martes, 24 de mayo de 2011

Un domingo de mayo como nunca antes visto

Hay quienes tienen la convincente teoría de que la cronología histórica avanza en forma de hélice o tirabuzón. Es decir, cada tanto, existen sucesos que vuelven a transitar sobre un mismo eje contextual. La atmósfera puede variar en cierta forma, también algunos complementos secundarios, pero el foco de la cuestión reincide una y otra vez sobre la misma esencia. Pasa en un país, en una sociedad y, algunas veces, también pasa en el propio fútbol.

El domingo fue, para el mundo que rodea a la pelota, un día repleto de nostalgia. A pesar de que el último día de la semana sea propicio para este tipo de sentimientos, esta vez había otros motivos en juego. El mismísimo fútbol, siniestro para algunos y misericordioso para otros, se encargó de invocar algunos fantasmas que para muchos ya habían quedado en el pasado. River y San Lorenzo fueron los protagonistas de este eje histórico, de esta crónica de un empate inoportuno, que otra vez puso a las fieras en llamas y volvió a cobrarse varias víctimas.

Nuevamente en el mes de mayo, de nuevo un empate que para unos es positivo y para otros el infierno mismo, otra vez en el Monumental, y una vez más un clima hostil que avasallaba desde las tribunas. En el otoño del 2008, los Millonarios definían la serie de octavos de final de Copa Libertadores, como local. 
Vencían 2 a 0 a un San Lorenzo desorientado, que con 9 jugadores orillaba la resignación. Repentinamente, en sólo cuatro minutos, cuando corrían los 24 del segundo tiempo y todo parecía sentenciado, apareció un delantero con traje de superhéroe y con dos goles fascinantes empató el partido y le dio la clasificación a los azulgrana. El Judas de aquel 7 de mayo fue Gonzalo Bergessio, autor de dos goles y promovedor de una jornada con tintes hazañosos.

Esta vez el contexto fue distinto, pero la esencia y las infinitas coincidencias revalidan la teoría del avance cronológico en forma de hélice. Como si el estadio, el mes, el resultado y el ambiente no fueran suficientes, River también se encontró inmerso ante la difícil situación, tanto en el 2008 como el último fin de semana, de venir de perder el superclásico.

 Con  Juan Pablo Carrizo como principal damnificado y con un equipo joven plagado de presiones, el conjunto de Núñez se encontró sofocado ante un marco problemático promovido por la difícil situación de los promedios.

Lleno de condimentos, un silencio atroz que personifica el martirio y cientos de gritos en repudio a un equipo que carece de buenos resultados y sufre las consecuencias. Así vive River este presente. Un  presente que para muchos se repite cada unos tantos años, en forma de tirabuzón, y, para otros se presenta de manera de línea de tiempo: los engorrosos promedios hacen agonizar al mundo River. Como nunca. 


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