martes, 10 de mayo de 2011

El Manchester y una misión que parece posible


En tiempos donde el mundo del fútbol atesora a un equipo de ensueños, el Manchester United de Alex Ferguson se enfrenta a un Barcelona inexpugnable por la consagración del mejor equipo del fútbol europeo. La ilusión es inevitable. La copa de la Liga de Campeones se ve a la vuelta de la esquina; sin embargo enfrentarse al equipo de Guardiola parece misión imposible ¿Hay manera de vencerlo sin modificar el estilo propio? Los diablos rojos certifican razones suficientes. Wembley espera deseoso.

El modelo de juego del Manchester United parece evidente. Los carriles de circulación se ven alimentados por la técnica prodigiosa de todos sus hombres. Con una inteligencia admirable, el equipo inglés sabe claramente cuándo estimular la vertiginosidad en el ataque y cuándo limitarse simplemente a hacer posesión. Tiene los recursos para ambas situaciones. La laboriosidad de Ferguson explota todas estas virtudes ofensivas.

Sin embargo, más allá del gran funcionamiento, el equipo de Guardiola ha demostrado en incontables ocasiones su predominio ante estilos de juego bien acondicionados, como el de la escuadra roja. Entonces, ¿De qué manera puede el Manchester United imponerse ante la excelencia española? La máxima ambición pasa por dominar con el modelo patente del equipo  por encima del método rival. Con el Barcelona parece una utopía. La única fórmula aparenta estar robándole la tenencia de la pelota. Sí, ya sé, nuevamente misión imposible. Constante movilidad, precisión perfecta, pases filtrados, ocupación racional de los espacios, axiomas determinantes para lograr con el cometido.

Una de los grandes principios del barça con la posesión pasa por saturar en el juego interior, para luego romper esquemas con puñales por las bandas, que casi siempre terminan en peligrosas situaciones de gol. Todo lo contrario a lo que hace el resto de los equipos, que utilizan el eje de cancha como un rápido proceso de transición y no como una ardua producción de ofensivas. Por eso, el conjunto español aleja a todas las defensas del libreto original: ser compactos y cerrados. Parece una locura, pero lo que en todos los equipos es un concepto básico, contra el Barcelona pasa a ser pecado. Ya que al tener una defensa cerrada, los alfiles por las bandas (delanteros, volantes o laterales) terminan haciéndose un verdadero picnic. Por más que los mediocampistas o los propios hombres del ataque colaboren en defensa, la superioridad de los catalanes siempre termina prevaleciendo si la defensa continúa cerrada. Por eso, en defensa, no hay más opción que evitar el pase interior y ejercer una presión prudente. Sí, otra vez, misión imposible.

El Manchester de Alex Ferguson tiene las armas necesarias para coronarse en el templo inglés. Una solidez defensiva admirable, tremenda efectividad goleadora, copiosa experiencia en partidos decisivos y un funcionamiento que, hasta hoy, no tuvo disputa. El 28 de mayo se acerca. El favorito es indiscutible. Pero, para los diablos rojos, no parece haber misión imposible.


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