viernes, 29 de abril de 2011

La leyenda del fútbol que nunca muere

La cautivadora cronología del fútbol mundial fue mutando a través de los años. En la década del ’70, una concepción opuesta a la habitual sucumbió en el núcleo europeo. Rinus Michels impulsó en el Ajax de Holanda un estilo de juego prodigioso e innovador; ése mismo modelo tuvo su cumbre en la Naranja Mecánica del ’74. Hoy, a casi cuatro décadas, la leyenda tiene un fiel militante que se encarga de mantenerla presente.

Un fenómeno de velocidad, técnica, precisión y orden táctico se percibe en el video. No, no es el barça; el equipo holandés subcampeón del mundo del 1974 transmitía todo eso. Las similitudes conmueven. La ideología parece casi calcada. El pressing constante,  el juego asociado, una misma cultura que identifica y asemeja a estos dos descomunales equipos.

Jongbloed; Suurbier, Rysbergen y Krol; Neeskens, Haan, Jansen, Van Hanegen y Cruyff; Rensenbrink y Rep, formaba Holanda. El 3-3-2-2 con el que arrancaba, duraba lo mismo que tardaba la pelota en dar un giro sobre sí misma. La Naranja Mecánica era su denominación. Era ambiguo. Por un lado, un estilo de juego automatizado e innato se exhibía cada vez que los holandeses entraban al campo. Pero, por otra parte, la espontaneidad era la esencia del sistema. Nunca se sabía en qué posición aparecería cada jugador. Como en el famoso picado del campito, por momentos Cruyff aparecía de lateral y Krol se iba de delantero. Lo mecánico quedaba a un lado; los naranjas eran un sinfín de sorpresas.

El Barcelona no suele variar la ubicación de sus hombres en el transcurso de un partido. Pero sí se asemejan en la peculiaridad de que todos los jugadores se pueden desempeñar en cualquier puesto ¿O acaso Dani Alves no sería un gran punta? Todos rotan, todos juegan. El propio arquero tiene asumido un compromiso ofensivo. El pase en visión de progreso se vuelve el objetivo primordial y la recuperación del balón un suceso inminente a la pérdida.

No importa la trascendencia del partido, el rival en cuestión y mucho menos los titánicos escenarios, el barça demuestra en cada encuentro ser un discípulo revolucionario fiel. Y, más allá de las dificultades que surgen, logra mantener con vigencia la leyenda del ‘74.


No hay comentarios:

Publicar un comentario