martes, 19 de abril de 2011

Cultura del juego asociado vs formación individual

El contraste entre el funcionamiento de los equipos argentinos y los europeos es desmesurado.  La correspondencia entre los procesos de formación y el arribo a primera siempre se mantiene dentro de los parámetros lógicos. Por lo tanto, difícilmente la cultura del juego asociado se exhiba en la categoría superior, cuando desde las divisiones inferiores generalmente se apunta a explotar la técnica individual desde la conducción y la gambeta; inversamente proporcional a lo que se suele realizar del otro lado del océano.

El infinito esfuerzo por encontrar una identidad futbolística peculiar se ve totalmente influenciado por las etapas de aprendizaje.  Todo lo cambia; incluido en la visión de un partido del fútbol europeo se puede percibir mucho más fácil la disposición táctica de un equipo que en un encuentro del fútbol argentino.  Los repliegues se advierten de manera sencilla, el pressing constante también y las pretensiones con la posesión del balón son evidentes.

En el fútbol argentino, en cambio, la irregularidad domina la escena. Es mucho más complejo intuir el propósito de los equipos. Y, generalmente, la heterodoxa autonomía triunfa ante una idea colectiva que etiquete una identidad. Por lo tanto, ante una manera individualista de desempeñarse, cuando aparecen destellos de juego asociado se valoran el doble.

Esta corriente europea futbolística de protagonismo y dominio comenzó en la década del ’70, con el Ajax como intérprete y Rinus Michels como el principal impulsor.  El club holandés desarrolló una misma ideología desde la categoría más chica hasta la primera división. Y así, a lo largo de los años, se encontró con una cantera homogénea que llegaba a primera división con un mismo estilo de juego: progreso mediante el juego asociado.

Fueron pasando décadas y el matiz entre Argentina y Europa sigue siendo el mismo: cultura del juego asociado vs formación individual. El tiempo pasa y la selección argentina sigue sin obtener títulos. Seguramente este dilema no tiene relación alguna con las frustraciones nacionales de las últimas dos décadas ¿o sí?

                   

No hay comentarios:

Publicar un comentario