lunes, 25 de abril de 2011

La sinagoga del fútbol hace escala en el Santiago Bernabéu


"Un escritor, cuando se desempeña también en periodismo, debe hacer un delicado equilibrio entre la pura información y el ejercicio del estilo. Con el paso del tiempo lo que queda es el estilo: los artículos de Roberto Arlt y de Rodolfo Walsh tenían eso, y aún hoy se los lee con placer"-Osvaldo Soriano.

El fascinante mundo que rodea a la pelota atraviesa una etapa totalmente inusual. El clásico Real Madrid-Barcelona ha revolucionado todo; incluido al propio fútbol.  Dos entrenadores antagónicos que rozan la perfección, innovaciones que marcan tendencia y un nuevo encuentro en el estadio del Real Madrid fusionado por la guerra de estilos.

Si hay algo que ratificó la final de la Copa del Rey fue la oposición de dos modelos de juego distintos ejecutados prácticamente en la excelencia misma. El Barcelona ya no sorprende. Los nombres quedan al margen, la relevancia del encuentro pasa a un segundo plano; el prototipo parece calcado por el mejor dibujante partido a partido.

El Real Madrid, por su parte,  logró reencarnar un arcaico dicho popular: “brilló por su ausencia”. Sí, la pelota. El equipo de Mourinho sucumbió en su máximo esplendor, en los primeros 45 minutos, presionando en todos los sectores del campo de juego. Una coreografía colectiva perfecta que se trasladaba como un cardumen en el mar se exhibió en la primera etapa de la final en Valencia. Interceptando y arribando al arco de Pinto en fracciones de segundos. El contexto exhibía una extraña sensación donde el fútbol se percibía como atractivo, sin embargo la pelota quedaba en un segundo plano.

Mourinho entendió con certezas que es imposible comprimir con tal nivel de intensidad durante los 90 minutos. Por eso, en la segunda mitad, la postal cambió radicalmente. El Barcelona se adueñó de la posesión y los merengues efectuaron un repliegue total. A pesar de los infinitos carriles de juegos, el Barça no pudo quebrar el cero. El intrincado tiempo extra prolongó el antagonismo. Y, tras negarle un pase filtrado a Messi en la mitad de la cancha, el conjunto merengue intervino con su habitual vertiginosidad, y la capacidad de Cristiano Ronaldo hizo el resto. La segunda batalla quedó para el Madrid.

 El miércoles el templo del fútbol cambiará de escenario; esta vez se trasladará al Santiago Bernabéu.  Un nuevo desafío reunirá al mundo futbolero, en otra seductora disputa de modelos. Como a Walsh y Arlt, a pesar de los años, los partidos entre estos grandes equipos se seguirán rememorando; porque más allá del resultado, como bien dijo Soriano, lo que queda son los estilos. 

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