lunes, 4 de abril de 2011

El único sistema que da lugar a la polémica

La línea de tres es un foco crucial de discusión en todas partes del mundo.  Cuando la receta parece inexistente y la demanda casi nula, el Nápoli de Italia demuestra que puede funcionar como un sistema eficiente y que los puntos débiles del estilo pueden quedar neutralizados ante un amplio conocimiento y un laborioso desempeño.

                A pesar de que varios eruditos en la materia ratifican una y otra vez que los sistemas no se discuten, hoy sí intentaremos refutarlo; procurando dejar en jaque a un modelo de juego que carece de discípulos y también de grandes conocedores vigentes.
                              
                Pero, ¿por qué la línea de tres tiene tan pocos pretendientes? ¿Es sólo porque la calamidad de las pelotas cruzadas hace a este modelo de juego una víctima por excelencia? Es cierto que es uno de los núcleos, pero no el principal.

                Marcelo Bielsa, un entrenador que prevalece el sistema por sobre los jugadores, es un fiel militante de la los tres en el fondo. No importa las características de sus hombres, él siempre creyó conveniente un juego basado en la verticalidad, influenciado por este modelo.     Y es que con tres defensores, generalmente, todo pasa por el juego vertiginoso. Esa particularidad que se disfraza de aliada principal a la hora de las rápidas transiciones, se convierte en el epicentro del problema cuando el “golpe por golpe” se hace frecuente.

                El eje problemático de la cuestión aparece al momento de descomprimir. Al evitarse el uso de laterales, la amplitud se vuelve un problema, por más que los extremos o los volantes por fuera de un atinado mediocampo con 4 hombres intenten suplir las carencias de los marcadores de punta. El desmarque de apoyo, función vital de los defensores laterales, se vuelve defectuoso. Y es ahí, cuando dilatar el juego debería ser esencial,  en donde el partido se convierte en un incesante  generador de precipitaciones.

                A todo esto, ¿Por qué el Nápoli de Walter Mazzarri es eficaz ante la utilización de este modelo? El equipo italiano entendió a la perfección cómo abortar los puntos débiles y explotar al máximo las virtudes del sistema. Los dos stoppers de la línea de tres son fundamentales. A la hora de atacar, pasan rápidamente a gravitar pegados a la línea lateral, buscando la amplitud necesaria que fomente la descompresión en la mitad del campo. En ése momento, el doble cinco pasa a ser esencial; ya que ante una inminente pérdida,  ambos  retroceden automáticamente y se adhieren a la línea defensiva, contrarrestando cualquier intento de contragolpe rival. Por último, los dos volantes por afuera cumplen una función sustancial; frente al perjuicio de las pelotas cruzadas, deben ser los más inteligentes al momento de intuir y frustrar un cambio de frente adversario, que se dirige con el fin de romper líneas de presión.

                Mientras varios expertos no se cansan de asegurar que los sistemas no son motivos de discusión, que sí lo son los jugadores que actúen en ese sistema, la trilogía defensiva  parece contradecirlos. Cuando la fórmula parecía inexistente y los seguidores extinguidos, apareció el Nápoli de Mazzarri; y con un segundo puesto en el calcio italiano que atormenta al Milan, el equipo azul le devolvió a los amantes de la línea de tres una manera eficaz de volver a la vieja escuela.  





  

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