Hace algunos meses tuve un profesor que me enseñó a pensar el mundo desde un lugar diferente. Recalcaba una y otra vez que había que cuestionarse hasta las verdades más establecidas en la sociedad. Me dio muchos recursos técnicos y de los otros, los que sirven para la vida. Dentro de estos, me quedó uno bien acentuado: “cada vez que digas o escribas algo, tratá de cambiar un pedacito del mundo”. Por eso hoy, por primera vez, voy a dirigirme al lector de manera frontal; ni literatura, ni recursos que embellezcan el texto. Solamente quiero que quede claro el pedacito del mundo que estoy dispuesto a modificar: un paradigma inútil.
“Sorpresa, locura, monstruosidad”. Serán, seguramente, algunos de los argumentos que florecerán en las próximas horas en todos los diarios argentinos y del mundo. Porque la lógica (lo que opina la mayoría) aseguraba que el Mánchester United debía dominar las acciones en Inglaterra y, posiblemente, sacar un resultado a su favor. Sin embargo, la mayoría de los periodistas dirá que hubo algo ilógico, algo fuera de lo normal. Posiblemente argumenten la cuestión elogiando a Marcelo Bielsa y resaltando las virtudes de un loco que va dejando rastros por el mundo. Nada de eso parece erróneo, basándonos en lo que opina la mayoría.
El epicentro de la discusión no debería centrarse en cuestiones secundarias (personalidad, gestos, anécdotas) que describen a Marcelo Bielsa. Eso no lo hace el gran entrenador que es, ni siquiera hace mella en sus equipos. Solamente promueve el mito e incrementa, sin intención, el culto hacia su persona.
Marcelo Bielsa consigue ser un gran entrenador cuando se apodera de equipos inferiores a la media y el fruto de su trabajo consigue prevalecer en la competencia que dispute y, muchas veces, también concluye siendo superior al propio torneo (Newell’s Torneo Clausura 92; Vélez Sarsfield Torneo Clausura 98; Selección argentina Eliminatorias 2002; Selección chilena Eliminatorias 2010).
Perdón, me fui por las ramas. Voy a ser directo y conciso. A esta altura me importa muy poco que el texto logre ser atractivo por la narración. Sólo quiero cumplir mi objetivo: cambiar un pedacito del mundo. ¿Que qué quiero cambiar? Por favor, basta de considerar que porque Athletic gana en Inglaterra es considerado una sorpresa.
¿No puede ser el mejor presionando un equipo de segundo nivel? ¿Tampoco puede hacer posesiones inmensas con jugadores limitados? Basta de eso. Como les gusta decir a la gente que opina: en el fútbol, dos más dos es cuatro. Esa es la misma gente que cree que esto es una sorpresa. Un equipo que trabaja para ser el mejor presionando y para ser el mejor haciendo posesión, difícilmente dé una sorpresa. La rareza hubiese sido si este Athletic hubiera jugado ataque directo o hubiera realizado un repliegue, por decisión.
Donde hay trabajo no hay sorpresas. Donde hay grandes jugadores y poco entrenamiento, tampoco las hay. Por eso este Athletic avasallador, de nombres anónimos, hizo algo lógico. Le ganó a un Mánchester en baja, 3 a 2, como visitante. Ojalá todos podamos pensar el mundo desde un lugar diferente. El fútbol también.
No tuviste intención de hacerlo bello al texto, pero sólo te sale.
ResponderEliminarDecía ese hombre que enseñó a desnaturalizar las cosas, también, que "el periodismo es un oficio que se define por detalles", y como detalle resaltable aporto para la nota que en Chile estuvo en las Eliminatorias hacia 2010, no 2006, como dice el desliz. Un detalle.
Muy buena, Pucho.