Es extraño, casi patético. Cada vez que pisamos tierras extranjeras nos machacan con el mismo discurso: “Ustedes los argentinos son buena gente, pero se creen que se las saben todas”. Dura realidad, creer y concretar la vida completamente seguros de que vamos por el camino correcto, sin siquiera dudarlo. “No hay nada que dudar, o es blanco o es negro”, pensamos y continuamos, caminando a paso firme, como si de eso se tratara la vida: de no dudar. Y así, a cada paso, vamos sembrando errores que difícilmente tengan retorno. Así es que nos quedamos sin fútbol. Nos ha vencido el cáncer cortoplacista.
“El triunfo bendice los recursos utilizados, el éxito los maldice. Y ese creo que es la síntesis del país, no importa el tránsito sino el logro”. Y fue simplemente así, con las energías agotadas, que Marcelo Bielsa decidió dejar de trabajar en nuestro país. Porque por más que lo intentó, no pudo cambiar un paradigma eterno. Luchó contra el logro, pero no le alcanzó con el tránsito. La mayoría de los argentinos creyeron que ésa era una manera elegante de describir el fracaso. Son los mismos argentinos que hoy sostienen que hace falta un Bielsa en la Selección.
Es entendible, el enojo del momento exhibía los dolorosos sentimientos de millones de argentinos. Delineaba un presente angustiante, en el que la Copa del Mundo del 2002 parecía ganada sin jugarse. Así lo indicaba el proceso. Nunca nadie había visto a un seleccionado albiceleste jugar de esa manera. Nunca una eliminatoria había sido tan atractiva. Pues claro, ese equipo empapaba de sentido de pertenencia hasta al más escéptico hincha nacional. Por eso la temprana eliminación fue lacerante. Era como si el más fácil de los trámites hubiera acabado con los proyectos de toda una vida. Era, justamente, la primera ronda de un Mundial estropeada por el mejor equipo de todos.
Y allí las críticas. Testarudas e incesantes críticas. Porque había algo que no tenía defensa, no existía escapatoria: perder en la primera ronda de un Mundial. “Era el único objetivo”, sostenía un país repleto de fiscales. Repleto de personas que pedía a gritos la destitución del entrenador. Esas personas consideraban que si no se cumplía el objetivo, todo el proceso estaba arruinado; nada importaba. Posiblemente, el Athletic Bilbao haya reivindicado sus posturas. No importa, ya es tarde.
Nostálgica sensación de los grandes amantes del fútbol al contemplar al equipo bilbaíno. Porque ellos mismos fueron testigos hace una decena de años, de cómo la Selección Argentina era el Athletic en Old Trafford; de cómo la Selección Argentina eran los rojiblancos frente al mejor equipo del mundo; de cómo la Selección Argentina deleitaba los ojos en cualquier cancha y frente a cualquier rival, al igual que este equipo español.
Un Día, en el inicio del 2003, mientras en Argentina todavía sonaban los ecos de una crisis devastadora y el fútbol hacía equilibrio tras el peor resultado histórico en un Mundial, un grupo de jóvenes se atrevió a colgar una bandera, que seguramente ocupará mañana la primera plana de varios suplementos deportivos. “BIELSA, EL TIEMPO TE DARÁ LA RAZÓN”, garantizaba, en plena época de reproches. Cuanto más pasan los días, más inflan sus pechos aquellos audaces fanáticos. El tiempo le demostró a los argentinos que no todo es blanco o negro, que a veces es necesario dudar. Y que las derrotas son parte del proceso hacia el éxito. Por más que sea en la primera ronda de un Mundial y con el mejor equipo del mundo.
muy buena nota pibe!!!, hay un apotegma que dice "se juega como se vive", y me parece que Marcelo nunca se arrodilló ante frases como estas, o mejor dicho, nunca se resigna a vivir arrodillado, el no tiene la culpa si la mayoría del país si lo hace ante la corrupción, el amiguismo, la avivada que saca titulo de pavada, me parece que esa es la principal enseñanza de un tipo que elije vivir y morir de pie, con sus ideas, sus principios, su forma de vida sin importar lo de afuera, sin plegarse a la figura de "hombre-masa" de don Ernesto Sábato.Eso solo vale la pena, respetemos y saquemonos el sombrero ante un hombre, mas que a un DT, que hace honor a que "no es lo mismo vivir que honrar la vida
ResponderEliminarPareciera -paradójicamente- que Bielsa y Messi están condenados a ser queridos siempre que pasen la frontera que les da sólo la infalibilidad del éxito. Así nos hemos vuelto los argentinos. Así está nuestro fútbol, que refleja ésto. Muy triste. Buena nota, y excelente caricatura.
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