martes, 30 de agosto de 2011

La docencia, el nuevo oficio de Pep y sus muchachos



Aprender, de eso se trata su existencia. Por más copas, por más partidos, por más fama que se le adjudique, el Barcelona aprende algo nuevo todos los días. Dicen que mantenerse insaciable de gloria ante tantos títulos es una de las misiones más difíciles para un entrenador. Guardiola objeta todos los días ese aforismo. En cada partido, por más diferencia que exista entre los blaugrana y el resto, el Barça aprende algo nuevo. Ayer, en el inicio de una nueva temporada española en la que la supremacía monopólica se pone cada vez más en manifiesto, el conjunto catalán volvió a sorprender. Cada vez que una temporada comienza, aseguramos que, tarde o temprano, toda hegemonía llega a su fin. Allí está el Barcelona, para contradecir otra sentencia histórica con fútbol. Y, sobre todo, para enseñarnos todos los días algo nuevo; algo nunca antes visto.

Ayer, en su debut liguero, el conjunto dirigido por Pep Guardiola  volvió a ser protagonista de esos detalles que hoy parecen intrascendentes, pero que, en un par de décadas, serán motivos de míticos relatos. No, no se trata de vencer por 5 a 0 al Villarreal, uno de los grandes equipos del fútbol español. Tampoco tiene que ver con el récord de Messi (superó los 100 goles en el Camp Nou, con sólo 23 años) ni la continuidad del imperio. Se trata de un movimiento táctico, que deja atónitos a cualquier analista de fútbol.

Guardiola, extraordinario generador de estímulos,  no contaba con varios de sus estandartes para el encuentro de ayer (Adriano, Piqué, Puyol, Dani Álves, Maxwell).  Una vez más, fue contra todas las teorías y cambió el sistema táctico en cuestión de horas: pasó del 4-3-3 al 3-4-3. Como si fuera una novedad, el sistema parecía interiorizado de hace años. No tuvo errores. Ni siquiera teniendo en cuenta que dos de los tres defensores -Mascherano y Busquets- son volantes por naturaleza.

Sin embargo, la plasticidad no sorprende tanto como el estilo. Nunca, ni el Barcelona de Cruyff que en los años 90 se apoderó de la pelota (jugando con línea de 3), ni el resto de los dream teams que trascendieron a lo largo de la historia, pudieron cambiar de sistema y seguir mostrando la misma identidad. Los hombres de Pep acabaron con otro imposible.

Los sistemas pocas veces fueron motivo de discusión. “Se discuten los jugadores”, manifiestan algunos viejos conocedores. Sin embargo, es más que evidente que entre el 4-3-3 y el 3-4-3 existen claras diferencias. El recurso más visible del Barça, la posesión, podría haber sido perjudicado por el nuevo sistema que obliga, o por lo menos eso dice la teoría, a la verticalidad.

“Si no tengo defensores pondré más atacantes”, dijo el insaciable Guardiola. Entonces así, con dos volantes oficiando de defensores, con Xavi, Inesta, Fábregas y Thiago ocupando ese nuevo centro campo con cuatro  “atacantes”y con la trilogía ofensiva de siempre, aunque con este nuevo sistema hubiera sido lógico observarlos con otro proceder. Pero no.

El Barça todos los días aprende algo nuevo. Esta vez, cambió el dibujo y mantuvo la identidad. “Más que un club”, garantiza su lema. Es evidente, Guardiola pudo cumplir con las expectativas del hacedor de la frase. El FC Barcelona no es sólo un club. Es una banda de amigos, es una institución que excede a cualquier nombre, es el mejor equipo de la historia. Y, ahora, también es un grupo de personas amantes de la docencia, que aprende y, sobre todo, enseña todos los días algo nuevo. Algo nunca antes visto.



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