Críticos del fútbol, no sigan. La primera fecha del torneo local dejó saldo negativo, es evidente. No es necesario ése hábito a juzgar el deterioro que parece haberse estacionado como crónico. Sin embargo, más allá de eso, sus análisis sufren un pecado de principiante: la generalización. “En el fútbol argentino sigue todo igual”, pronuncian una y otra vez, acoplándose a ése tren de analistas que parece infinito. Error. En el fútbol argentino sigue casi todo igual.
Por mera casualidad del destino o porque la pelota, cada tanto, vuelve a confiar en el amor, Rafaela se adueñó del fútbol en esta primera fecha. Suena poco convincente para un torneo que recién arranca y ya sufre las secuelas de los perjuicios constantes. Sin embargo, el equipo santafesino excedió al juego de una categoría que lo alberga por primera vez en varios años y continuó por la misma senda ideológica que lo etiquetó como el último campeón de la B Nacional.
Frecuente para los seguidores, Atlético Rafaela siguió demostrando el mismo fútbol que en la segunda categoría y fulminó la tradición que asevera que no se puede jugar de la misma manera en una divisional y en la otra. Sorpresa para unos pocos, los de blanco fueron superiores en zona sur y vencieron, sobre todo en el juego, a un Banfield descolorido, que con dos hombres de más aumentó su declive.
Entonces, no está todo igual: del norte de la capital santafesina, vienen unos desconocidos con aires de cambio. Por eso, críticos del fútbol, fíjense, tal vez sea mejor empezar a nombrarlos ahora, que todavía siguen siendo anónimos y distintos.
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