lunes, 29 de agosto de 2011

Boca y Falcioni negocian con la realidad del fútbol argentino


Si el juego fuera tan exigido como ese ensañamiento por terminar en el resultado arriba del otro, seguramente, el fútbol daría un infinito salto de calidad. No soñemos. A veces, combatir la realidad puede ser mucho más útil que fantasear con algo que no esté a nuestro alcance. Boca, deteriorado hace más de dos años por esa exigencia  que amenaza con destruirlo todo, salió a combatir la realidad. Se exigió en el juego y quedaron resultados.

Falcioni pidió tiempo. Difícil en un equipo grande acompañar esa petición con la carencia de resultados. A pesar de que algún que otro dirigente reclamó un “plan b” o, en su defecto, la cabeza del entrenador,  hubo una acertada postura de paciencia. El DT se asentó. Homogeneizó un grupo que hacía mucho tiempo no se consolidaba y le devolvió al equipo algo que ya parecía irrecuperable: una identidad.

El grupo, con refuerzos de jerarquía, logró incorporar ese sentido de pertenencia que distingue a un equipo de un combinado de prestigio. Asimiló el estilo que se ausentó en el primer semestre del año y revalorizó su localía. Nada tiene que ver con la valía del estadio o el peso de la camiseta; la revalorizó en el juego.

Falcioni logró mutar el grupo y, sobre todas las cosas, pudo recuperar una manera de jugar que siempre identificó a los Xeneizes. Promovió una defensa que parece compacta, acertó en el equilibrio necesario entre los volantes de contención y los ofensivos y encontró una manera de profundizar y romper líneas de presión, en lo posible, sin recurrir al ataque directo (pelotazo).  Boca ya no se asemeja a ese desorden que suele caracterizar al fútbol argentino. La defensa y el ataque ya no funcionan de manera autónoma. Vale la pena repetirlo: el equipo encontró esa identidad que tantas veces se le reclamó.

Por más que el funcionamiento como grupo sea enormemente más necesario que cualquier otra cuestión, nunca está de más remarcar los aciertos de las individualidades. Eso también es función de un líder y, más aún, de un entrenador: sacar el máximo de cada uno de sus dirigidos. El conjunto boquense está teniendo sinergia  como equipo y, además, sus partes están funcionando en gran forma de manera independiente.

  Alguna vez un gran entrenador aseguró: “no ganar y ganar no es lo mismo, pero ningún éxito inmuniza”.  Seguramente que Falcioni no está inmune en su cargo, pero, mientras mantenga esta línea de juego, posiblemente los resultados vengan solos. Y, como estamos acostumbrados en el fútbol argentino, si hay resultados hay inmunidad. Y si hay inmunidad hay posibilidad de combatir la triste realidad. Con trabajo. 

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