miércoles, 22 de junio de 2011

El fútbol, más allá de una camiseta

Miro la tabla del torneo argentino, veo a River jugando la promoción. ¡Es genial! Arremete mi subconsciente. Excedo al fanatismo. Agradezco haber sido criado en una cultura que  desborde los colores y domine la lógica. Auguro la promoción, espero lo peor para el equipo de Núñez. Repito: me encuentro más allá del fanatismo. Creo fervientemente que con el descenso de un prestigioso club a nivel mundial, nuestro fútbol dará un gran salto de calidad. Se terminarán los parches en las ruedas y se verá de una vez por todas el resultado de tantas incoherencias. Con la historia como aliado y los apasionados en el papel de escépticos, agotaré los fundamentos.

El fútbol argentino tuvo, a través del tiempo, tantas evoluciones como involuciones posibles. La más notoria, con el mundo de los negocios como principal intérprete, la que vincula a las gestiones dirigenciales. El poder, el dinero, las conveniencias personales y la casi nula inversión en capacitaciones de nuevos líderes marca a las claras la cronología de una crisis que el propio fútbol utiliza de espejo.

Las divisiones inferiores prolongan la ineptitud. Clubes y entrenadores que ponderan consagrarse campeones, antes de emprender un modelo de juego homogéneo en toda la institución. Entonces, cada DT entrena como cree conveniente. El camino integral hacia primera división queda en un segundo plano; llegar a la cumbre con algunos sistemas internalizados, una manera de jugar arraigada desde el génesis y cuantiosos fundamentos que procreen ése estilo parece utópico para decenas de clubes que se desempeñan en la élite argentina.

Por otra parte, el fútbol nacional sufre el perjuicio de sus propias leyes. Queda en jaque ante los captadores de talentos europeos que cautivan fácilmente a los jóvenes y sus familias. Trabajo, infraestructura, dinero y primer mundo son razones suficientes para opacar el presente futbolístico de nuestro país, urgido por necesidades y carente de recursos para adolescentes desamparados. La ley de la patria potestad, que ampara a los padres gobernar sobre el pase de sus hijos hasta la mayoría de edad, facilita el éxodo.

Frente a tantas contrariedades, hay instituciones modelos que sustituyeron mediocridad por disciplina. No es casualidad que clubes con buenas gestiones, donde se interpuso el organismo por encima de cualquier nombre, estén gozando de buenos resultados dentro del campo de juego. Estudiantes, Vélez, Godoy Cruz y Lanús son claros ejemplos. Invirtiendo tiempo  y dinero en cuestiones muy importantes pero no urgentes ingresaron al acotado grupo que atesora a quienes le apostaron a los cimientos de la base.

Vuelvo a mirar la tabla. Veo a River jugando la promoción y soy consciente del deterioro provocado por todos estos factores. ¡Es espantoso! Espero que el fútbol pueda darse cuenta a tiempo del camino por el que vamos. Espero que River se quede en primera.

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