lunes, 6 de junio de 2011

Cultura de un estilo cortoplacista

La Real Academia Española define a un proyecto como un plan o esquema que se realiza para precisar cualquier trabajo antes de darle forma definitiva. La explicación no deja margen a la duda. Puntualizar axiomas básicos que, a pesar de la variación de detalles con el pasar del tiempo,  serán quienes rijan durante el lapso del proceso. Allí, donde el boceto es tan fundamental como los cimientos de un edificio,  es la etapa por la que atraviesa el seleccionado argentino. Más allá de la eventualidad de los resultados, el esquema básico parece dirigirse por el camino equivocado.

Mientras la hipnosis barcelonista todavía presenta secuelas, el fútbol vivió el último fin de semana una fecha FIFA con selecciones de desiguales anhelos. Entre la presión de los clubes y la ambición de los seleccionadores, decenas de equipos  protagonizaron la jornada, con procederes tan identificables como manifiestos.

Entre esa brecha superlativa que distancia a los que prueban individualidades de los que ensayan modelos de juego, se encuentra la Argentina de Sergio Batista. Muy cuestionada, martirizada por el slogan “selección para todos” que acapara a jugadores de segundo nivel, el conjunto nacional brilló por su ausencia. No solamente la de los jugadores de jerarquía, también la de una identidad que fundamente una manera de jugar y de triunfar.

Extasiado por el anonimato de ciertos jugadores, muchos hinchas del fútbol nacional excedieron al estilo de juego. Transiciones tardías, truncados carriles de circulación, inoportunos repliegues e ineficiente métodos ofensivos enmarcaron a un combinado que evidenciaba un estéril trabajo en el campo.

A menos de un mes de la Copa América, la Argentina todavía no presenta ni un modelo de juego ni un racimo de nombres evidente que marquen una cohesión con lo que anhela su entrenador. Se precisa cautela, sobre todo cuando la bienaventuranza  de algunos buenos resultados disimulen, como en el último mundial, la fluidez de un modelo patente.

Nuevamente, por enésima vez, observar a un equipo albiceleste en estas condiciones rememora las palabras que marcaron el inicio de la era Batista: “voy a intentar jugar como el Barcelona”. De intentar a lograrlo hay un lógico primer paso: emprender un proyecto coherente.


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