miércoles, 2 de noviembre de 2011

Crónica de un reencuentro

Puede que aquella noche Guardiola no haya dormido. Seguramente el interrogatorio lo haya inquietado más de lo habitual. Tal vez la duda haya sido la jactancia de aquellos intelectuales. O tal vez no. Lo cierto es que indagaron e indagaron y nunca se encontraron con la madre de las verdades. Aunque, en el intento, llegaron a varias conclusiones.  

Corría el 20 de octubre del 2006. Una misteriosa visita a la Argentina de Jósep Guardiola alteraba aquellos días primaverales. Junto a él estaba su amigo, el prestigioso cineasta, David Trueba. El viaje estaba pautado hacía un tiempo; más aún el destino final: Máximo Paz, en un campo, el de los suegros de Marcelo Bielsa, más precisamente.

Fue una jornada intensa. Los argumentos iban y volvían, tan dinámicos como sus equipos suelen actuar. Bielsa ponía en constante estado de alerta a un aspirante a la primera línea de entrenadores. Compartían conceptos, discutían actitudes, revalorizaban una y otra vez el arte de pensar.

“Dígame usted, ¿por qué yo le debo dar una nota a un poderoso multimedio y negársela a una pequeña emisora del interior? Eso es un despropósito que no estoy dispuesto a afrontar”. Bielsa explicaba los motivos de su exclusiva  aparición en conferencias de prensa. La misma actitud que al poco tiempo Guardiola dispuso en uno de los clubes más prestigiosos del mundo.

Los ojos de Pep se agrandaban con el correr de las horas. La atenta vigía de Trueba no se perdía detalle alguno. Las cintas y los dibujos dominaban la escena futbolera. En eso, Bielsa vuelve a embestir: “¿Por qué decide ser entrenador? ¿no conoció aún toda la basura del fútbol como jugador? ¿tanto le gusta la sangre?”.

Está claro, ambas personalidades comparten una identidad similar en estilos. Los dos se proclaman devotos del Ajax de Van Gaal, aunque interpreten el juego de manera diferente. Los dos aman la amplitud, el orden táctico y la presión extrema. Los dos adoran el protagonismo, aunque lo ejecutan desde lugares distintos: Guardiola desde la posesión y Bielsa desde la verticalidad.

El rosarino, insistente, vuelve a indagar: “¿Tanto le gusta la sangre?”. Pep afirma: “esa sangre es una necesidad para mí”. El domingo, por primera vez en la historia, el fútbol los encontrará en una misma cancha. De un lado el Athletic de Bilbao, del otro el poderoso Barcelona. Y, tal vez, haya sangre de por medio, pero de otro tipo. La que seguramente hubiera pretendido Van Gaal. La que proviene de la posesión o de la verticalidad. La que Bielsa y Guardiola suelen provocar.

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