Se sabe, un equipo se siente conforme en la medida de que lo planificado se plasme dentro del campo. La primera fecha de la Copa América ya es historia y un claro denominador común simboliza la jornada: equipos con carencias de identidad y evidentes actuaciones sometidas al rival de turno. Les pasó a los equipos de mayor y menor jerarquía. Todos, sustituyendo lo programado por el apremio del momento. Dice un dicho popular que siempre existe la excepción a la regla, en este caso: Chile. Una sumatoria de fundamentos coloca al equipo de Claudio Borghi en el primer plano americano, por más que el impacto de algún mal resultado contradiga la cuestión.
La esencia de un proyecto es determinante en la obtención de resultados, por más reiterativo que suene. Chile se suma a la lista de innumerables ejemplos que validan esta afirmación.
“Es sustancial la homogeneidad entre dirigentes, cuerpo técnico y jugadores para un programa serio, duradero y fructífero”. Matías Manna, dueño del prestigioso Blog Paradigma Guardiola, manifestó este argumento, anoche, en Fox Sports. El joven analista de fútbol hizo un paralelismo entre la realidad de las selecciones que disputan la Copa América y el Barcelona del que tan cómodo se siente examinando. Coherente, ratificó la concordancia que requiere la suma de las partes, a la que Chile demuestra hace varios años no estar exento.
El convencimiento de un modelo de juego característico es otra de los soportes vitales de una gestión virtuosa. Había dudas con el arribo de Borghi, pero un par de amistosos y el primer encuentro oficial denotaron la continuidad por una misma senda metódica. Un estilo claro, con la tenencia de la pelota como premisa y un dibujo táctico muy similar al del último mundial.
Hace seis meses, el temor militaba entre los trasandinos. El fin del período Bielsa, propulsor de un proceso que marcó la historia de los chilenos, abría la incertidumbre. Se acababa el mandato de Harold Mayne-Nicholls y la continuidad de un camino coherente y productivo era toda una incógnita.
Hoy, a 132 días de la iniciación de Borghi, las dudas cesan un poco. Se percibe racionalidad, la continuación de un proyecto y los resultados en el juego comienzan a manifestarse. Sin embargo, se advierte una ligera desconfianza: no se sabe si el programa continúa por un camino productivo o simplemente es el envión de lo que dejó la era Marcelo Bielsa.
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