Insistentes, casi de memoria, los entrenadores de la vieja escuela aseguran una y otra vez que el rendimiento de un equipo depende de la calidad de los jugadores. Cappa, Basile y otros tantos hacen de su hipótesis una reiterada realidad. A veces funciona y otras tantas no. Sin embargo su discurso no varía.
Si la teoría de esta vieja camada de directores técnicos fuera compatible con este Racing versión 2011, estaríamos deduciendo que los jugadores están eligiendo jugar mal. Por supuesto, ilógico en un presente repleto de presiones. Entonces, ¿Cuál es la realidad de este equipo rebasado de futbolistas de calidad? ¿Falta trabajo o simplemente han elegido estar exentos de la pelota?
El presente de Racing ha rebasado la cotidianeidad nacional. Acostumbrados al “ganar como sea”, los hinchas argentinos suelen reclamar solamente los tres puntos. La Academia se convirtió en una excepción. Son conscientes del prestigio de sus jugadores y pretenden un poco más que acabar más arriba en el marcador que su rival de turno.
Por eso este presente oscuro. Por eso y no por resultados, se les exige a los hombres de celeste y blanco algo más. Ése algo más se traduce en juego, en mantener la posesión y soslayar el ataque directo. Se traduce en jugar al ras del piso y evitar el repliegue total. Por eso y no por resultados la gente sale con caras arrugadas del Cilindro de Avellaneda.
Moreno, Hauche, Toranzo, Gutiérrez, Luguercio, Licht. Superávit de jugadores de buen pie que, hasta ahora, están atestados de déficits como equipo. La teoría de la vieja escuela de entrenadores queda notoriamente relegada. Entonces, ¿Diego Simeone pretende el estilo de juego que está transmitiendo? En la cancha se exhibe un modelo de juego amarrete pero trabajado. Lo que demuestra a las claras las intenciones del DT.
Alguna vez José Mourinho recalcó: “Es esencial conocer la historia del club para ensayar una manera de jugar”. El actual entrenador del Madrid quería remarcar que el estilo de juego está totalmente ligado al pasado del club. Seguramente por eso la gente sale del estadio con caras de desconcierto. Por nombres, por el club que representa, los hinchas del fútbol le exigen a Diego Simeone algo más. Seguramente ése algo más signifique interpretar la historia rancinguista.
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