Él estaba dentro de ese grupo. Tan maravilloso y acotado grupo, que reúne a los que, en vez de dedicarse a observar cómo el mundo cambia, prefieren ser protagonistas y subirse al vagón de quienes cambian el mundo. Desde sus libros, Fútbol dinámica de lo impensado y Burguesía y gangsterismo en el deporte, fusionó palabras, como si hubieran nacido para estar juntas, y nos entregó dos obras de arte que estarán presentes por el resto de los días, mientras existan personas famélicas de conocimiento. Sí, Panzeri, Dante Panzeri. El calvo que extirpaba la corrupción desde la pluma, el endeble hombre de anteojos inmensos que homenajeaba la vida y el arte de ser honesto. ¿Qué sería de ti, maestro, se te hubiera tocado estar presente por estos días? No te alcanzaría la tinta para enjuiciar tanto acto inmoral dando vueltas.
Tal vez hoy, en otro aniversario de tu muerte injusta y desprevenida, sea un día para evitar los teclados y limitarse al provechoso ejercicio de reflexionar. Reflexionar por qué, entre tanta basura dando vueltas, el periodismo apoya la malaria o, en el mejor de los casos, prefiere pasar por ciego. Por qué cuanto más pasan los días más se manipula la esencia de las cosas. Y por qué con tanta gente capacitada dando vuelta, el sistema se sigue limitando a un par de poderosos y deficientes.
Cuanto más pasan los años, más dolor me causan tus crónicas aleccionadoras y osadas. Alguna vez Juan Carlos Onetti aseguró que las únicas palabras que debieran existir, son las palabras que mejoran un silencio. Tal vez, sin conocerlo, siempre honraste su frase. ¡Cuán mejor nos iría hoy si respetáramos esa consigna!
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