martes, 17 de abril de 2012

El éxito en lo alto de la escalera sudamericana



Un grupo de científicos encerraron a 5 monos  en una jaula, en cuyo centro situaron una escalera y  sobre ella, un racimo de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los investigadores lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo contenían y golpeaban. Pasado algún tiempo, ningún mono subía a la escalera a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. Lo primero que hizo fue subir la escalera, pero fue rápidamente bajado a golpes por los otros. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más  a la escalera. Un segundo mono fue sustituido y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente el último de los veteranos fue sustituido. Los científicos se quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, las cosas siempre fueron así”.

Por holgazanería o por incapacidad, entrenadores y preparadores físicos, con la convicción de su título terciario como prueba irrefutable, suelen actuar con el razonamiento de un mono. ¿De qué sirven los aeróbicos continuos en un equipo de fútbol en competencia para una entrada en calor? Desde el punto de vista fisiológico, activa el cuerpo para la próxima tarea y desde lo preventivo, evita cualquier tipo de lesiones durante la siguiente etapa del entrenamiento. ¿Acaso no hay cientos de trabajos más útiles y más efectivos que cumplan con los requisitos de una entrada en calor completa?

Como esto del calentamiento precompetitivo, existen un centenar de teorías que atentan contra los conceptos de muchos entrenadores. Sin embargo, como dice el prefacio: “cada maestro con su librito”. Pero hay algo que sí es imposible de evitar discutir: los resultados en el juego que se obtienen con cada método de entrenamiento. ¿Nadie percibe que el juego en Europa es rotundamente mejor que en Sudamérica? (Si su respuesta es negativa evite continuar, por favor, nunca mejor momento). Claramente, los grandes equipos europeos sustentan su metodología de entrenamiento a la forma de jugar que pretenden. Ni uno, ni dos, ni tres; los siete días de la semana trabajan en base a su idea dentro del campo de juego.

Sí, es cierto. Posiblemente los jugadores que se desempeñan en Europa sean los mejores del mundo. ¿Y eso los exime al resto de los equipos de procurar jugar bien? Aparentemente, como dice Ángel Cappa, “el éxodo a los equipos extranjeros es una enfermedad letal para el fútbol argentino y sudamericano”. Tal vez sea una enfermedad agotadora, pero no es letal. No es letal porque hay claros ejemplos donde el éxodo de jugadores es un problema y el fútbol sigue vivito y coleando.  El Athletic Bilbao en España, el Oporto en Portugal, el Norwich City en Inglaterra y la U de Chile en Sudamérica son evidentes ejemplos de que la enfermedad pasa por otro lado. Pasa por la carencia de trabajo. Trabajo del bueno.

Entonces, la próxima vez  que haya que hablar de nuestro fútbol, pensemos en todos estos preconceptos impuestos por algún científico malévolo. Evitemos ser como los monos. Tal vez sea hora de pensar en subir la escalera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario