lunes, 26 de septiembre de 2011

El fútbol y una discusión cotidiana

Eterno, como el deporte, el debate cruza los límites habituales. Los antagonismos se acrecientan a medida que el tiempo pasa. Los argumentos que para algunos se presentan como certeros, para otros son totalmente absurdos. Paridad y calidad. Para algunos funcionan como sinónimos, para otros no tienen vínculo alguno. Por eso es tan lindo el fútbol, porque te une y te desune en cuestión de minutos, porque te enfrenta con Dios y te asocia con el diablo, porque te abre la puerta y te dice analizá.

El fútbol argentino cambia todo el tiempo, como el viento. Los que ayer gozaban de los beneficios de buenos resultados hoy sufren, temerosos ante la tabla de abajo. Banfield, Argentinos Juniors y Estudiantes. Denominador común del ayer: campeones de los últimos tres años en el fútbol argentino. Denominador común del hoy: se codean en los tres últimos lugares del torneo argentino. “Eso es muy bueno”, garantiza un avezado periodista,  deduciendo que si el fútbol cambia hay paridad y, si hay paridad, hay calidad. 

Discutible. Si la paridad sería sinónimo de buen espectáculo, entonces, un 0 a 0 adormecedor, sería sinónimo de buen fútbol. La teoría dura lo que un estornudo, pero deja mil hectáreas de campo a la argumentación.

La cuestión está en confundir los atractivos. Un torneo puede ser fascinante por paridad o por juego, pero no funcionan como sinónimos. España y Argentina son claros ejemplos opuestos. Un torneo competitivo y, en muchos momentos, de poco nivel. El otro torneo tendencioso y con dos claros aspirantes al título, pero atrayente por donde se lo mire, por su nivel superlativo.

La Argentina se emociona, sufre y sonríe al unísono con las acciones en el verde césped. Promedios, copas o el título, todos, sin excepciones, siempre juegan por algo. La tabla se invierte como el globo terráqueo y nadie está exento de caer a lo más profundo. Por eso es tan apasionante. Por eso hay récords de audiencia y de concurrencia a los estadios. Por eso es uno de los mejores torneos del mundo. Por eso y no por el juego. Así como masividad no es sinónimo de prestigio, paridad no es sinónimo de buen juego. Hoy, mañana y siempre.

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